viernes, 27 de mayo de 2011

El viento de un violín

Algo está cambiando… también en la dramaturgia argentina. Sin lugar a dudas el culpable de ello es Claudio Tolcachir. El viento de un violín aborda el gran pecado capital: la búsqueda de la felicidad. Para ello despliega un rico fitoplancton humano en el que  disecciona el alma  con bisturí.  El caldo de cultivo es la familia y los microorganismos que pululan abordan de manera cómica asuntos trágicos como la dificultad de ser madre de dos lesbianas o el amor castrante de una madre sobre un hijo que vaga sin rumbo. Los chispeantes y rítmicos diálogos recuerdan al mejor Mamet. Actoralmente nos dan toda una lección de cómo hacer visible lo invisible. Las transiciones escenográficas son espectaculares: un par de camas en el escenario construyen dos mundos, dos ambientes antagónicos. Un golpe en el umbral de una puerta nos traslada  del uno al otro. Todo suena afinado, hasta el silencio.
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Naves del Español- Matadero (hasta el 5 de junio)                                                                                    Dirección: Claudio Tolcachir
Actores: Inda Lavalle, Tamara Kiper, Miriam Odorico, Araceli Dvoskin, Lautaro Perotti y Gonzalo Ruiz
Iluminación: Omar Possemato
Escenografía: Gonzalo Córdoba Estevez
Diseño espacial: Claudio Tolcachir

sábado, 14 de mayo de 2011

The Comedy of errors

Una de las singularidades de la vanagloriada compañía inglesa Propeller, dedicada solo al repertorio de Shakespeare, radica en que utilizan únicamente hombres en sus representaciones, tal como lo hacían en la época isabelina. Ninguna novedad: la tragedia griega clásica, en el teatro katakali indio o la danza japonesa Butoh, han sido tradicionalmente interpretadas únicamente por varones. Texto clásico + acción contemporánea + estética cutre (los actores lucen camisas estampadas y gorros de mexicano en una hipotética fiesta que bien podría ser Torremolinos) está perfectamente sincronizada con  la tendencias europea actuales. Calixto Bieito o Alex Rigola están cansados de meter en escena tías meando, bolsas del Día con anfetas y camisetas del barça. Desmontada la novedad nos queda lo esencial: un nutrido grupo de brillantes  actores que se ponen a las órdenes del reputado director Edgard Hall, construyendo una hilarante  y compacta comedia. Uno de los platos fuertes del Festival de Otoño. En Primavera.

Fando y Lis

Fando y Lis es una metonimia del propio Fernando Arrabal. Si apuntamos a su significado psicoanalítico encontramos pistas: “proceso psíquico con el que el inconsciente intenta manifestarse”. Arrabal es el único personaje que habita en su extensa obra. Toda ella es un ceremonial a través de la cual redime unos  dislocados  y variopintos traumas infantiles, que gracias al dios Pan, siguen en plena forma. Arrabal es el principio y el final de la espiral. Es la bruma divina que babea de un rotweiler, el filo oxidado del pétalo de una rosa, el reguero de orina de una estatua de sal. Una obra imprescindible, salvaje y poética. Fando y Lis, amantes de lo imposible (ella paralítica, el imponente) están de camino a la misteriosa y desconocida tierra de Tar donde, según dicen, habita la bondad. De fondo se escuchan las ametralladoras de los nacionales. A Tar, a Tar, a Tar es imposible llegar…
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Teatro Círculo de Bellas Artes. Hasta el 29 de mayo
Dirección: Quique Culebras
Intérpretes: Jorge Yanam Serrano, Paloma Sánchez de Andrés

El Circo del Sol

El Circo del Sol ha perpetrado un planteamiento dramático valiente y audaz más propio de un relato de Lovecraft que de la temática tradicional circense: un payaso sueña su propio entierro; mientras languidece en su ataúd, cuna de los finados, observa desde la vanidad más absoluta quién ha acudido a la más fúnebre de las representaciones y  quien envió a lustrosas plañideras para que  derramaran  lágrimas de sal. Todo un caldo de cultivo para  el análisis  del inconsciente colectivo. No obstante sobre el mundo del circo siempre ha planeado la sombra de lo trágico: ha estado tradicionalmente compuesto por parias, apátridas, y gentes arrabaleras. En sus inicios los payasos eran trapecistas que habían sufrido algún tipo de accidente.  El espectáculo aúna a los mejores acróbatas del mundo, muchos de ellos ex olímpicos; una estética y una puesta en escena trabajada hasta el más mínimo detalle. Posiblemente el mejor espectáculo circense que se puede ver en el mundo. Ustedes verán.