lunes, 28 de marzo de 2011

Un tranvía llamado deseo


Tenessee Williams seduce porque se asoma al precipicio. Y a los mortales nos encanta sentir la suave brisa de la muerte acariciándonos la mejilla desde la tranquilidad del balcón. La narrativa de Williams recorre paisajes plagados de personajes inadaptados, marginales, y desamparados. El tranvía se sumerge en los dominios de la sinrazón. Blanche, una madura profesora de instituto visita a su hermana Stella, que vive en Nueva Orleans con su rústico marido Stanley. Las investigaciones de Stanley acerca del pasado de su cuñada desvelarán que nada es lo que parece. La imbricada trama del tranvía es todo un estudio de las frustraciones, sombras y caras b de la condición humana. Mario Gas dirige con acierto a una obra compleja de afrontar por sus múltiples niveles de lectura, ya que lo importante, más que nunca, es lo que no se ve.
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Teatro Español (hasta el 10 de abril)
Dirección Mario Gas
Con: Vicky Peña, Roberto Álamo, Ariadna Gil , Alex Casanovas, Anabel Moreno Alberto Iglesias, Pietro Olivera, Ignacio Jiménez, Jaro Onsurbe Mariana Cordero
Escenografía: Juan Sanz y Miguel Ángel Coso

domingo, 20 de marzo de 2011

Penumbra

Penumbra es un especie abisal que nada a través de las insondables profundidades del alma. Ilumina con su minúscula claraboya fluorescente la materia que paraliza los sentidos y nos impide reconciliarnos con la vida. Miedo a hacer daño, miedo al dolor, miedo a tener miedo. Mayorga y Cavestany firman al alimón un texto valiente y sin ningún tipo de complacencia, contemporáneo, y a la vez, universal. Una joven pareja con un niño van a pasar sus vacaciones a una casa en la playa. Una vez allí una ténue pero persistente penumbra se irá instalando en el ambiente... El planteamiento recuerda a las inquietantes atmósferas del primer Bergman. Una de las (gratas) sorpresas de la temporada. La música de Pascal Comelade, y la minimalista y evocadora escenografía de Beatriz San Juan completan el festín.
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Naves del Español. Matadero
Texto: Juan Cavestany y Juan Mayorga
Dirección: Andrés Lima
Actores: Luis Bermejo, Guillermo Toledo, Nathalie Poza, Alberto San Juan, Guillermo Toledo
Escenografía: Beatriz San Juan

El Canto del cisne

Nada más  atravesar el umbral del Teatro de la Puerta Estrecha se inicia la liturgia que nos sumerge en el estado espiritual idóneo para la representación: maletas que algún día gravitaron alrededor del mundo, un reloj de estación de tren que marcaba las horas de los amantes, un titiritero de papel cuché que  juega con sus marionetas, -como si fuera un Dios que se divierte con el destino de sus criaturas-, muñecas de porcelana, un caballo balancín y hasta un pequeño bar que nunca estuvo de moda… Sin lugar a dudas de los teatros más hermosos y sugerentes  de Madrid. El canto del cisne es un estudio dramático de Antón Chéjov que aborda los últimos días de  gran una diva del teatro  que dialoga, a modo de despedida, con las personas/personajes que la acompañaron a lo largo de su itinerario vital. El director, Rodolfo Cortizo, produce un texto grave y conmovedor plagado de evocadoras imágenes poéticas que exigen al espectador una entrega total. Altamente recomendable.

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Teatro de la Puerta Estrecha
Dirección: Rodolfo Cortizo 
Intérpretes: Concha Roales-Nieto, Nicolás Fryd Violeta Jara y José Gonçalo País
 

viernes, 18 de marzo de 2011

Este sol de la infancia


Confirmo mis sospechas de que actualmente el teatro  más interesante e irreverente se gesta en las pequeñas salas alternativas de la ciudad. Ante la falta de recursos económicos, imaginación y pasión. Un claro ejemplo es el Teatro de la Puerta Estrecha, que con la obra Este sol de la infancia propone una revisión de los últimos días del poeta Antonio Machado en su exilio de Colliure. Por cierto, el título alude al posiblemente último verso que el poeta escribió. Tras su muerte fue encontrado en un minúsculo papel arrugado en el interior de su abrigo. Un valiente planteamiento escénico, (que transforma un espacio de dos plantas y varias habitaciones en un inmenso escenario por el que el público se mueve a su antojo) sustenta un texto que combina ágilmente los versos del poeta con la narración dramática. El director, Rodolfo Cortizo, se encarga de crear una atmósfera con trazos oníricos en la que nada es lo que parece, y los vivos y los muertes cohabitan en perfecta armonía. No os la perdáis.

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Teatro de la puerta estrecha (hasta el 26 de junio)
Texto:Eusebio Calonge
Dirección: Rodolfo Cortizo
Intérpretes:Eva Varela Lasheras, Concha Roales-Nieto, José Gonçalo Pais, Rodolfo Cortizo,
Nicolás Fryd, Violeta Jara y Sayo Almeida
                                                                                                           

American Buffalo

En la literatura, así como en la vida, solo el silencio es sincero, escribía Sándor Márai. En American Buffalo los silencios estructuran una obra que rebosa autenticidad. David Mamet construye brillantemente la anatomía del ciudadano medio norteamericano que lucha ciegamente por triunfar en la salvaje sociedad capitalista norteamericana como un personaje trágico ante su destino: dos losers de los bajos fondos orquestan un plan para dar un palo y conseguir una moneda que creen que vale una pasta. Mamet consigue magistralmente a través de sus diálogos chispeates y dinámicos capturar el mismo fluir de la vida. Soberbia la interpretación de Marc Rodríguez en el papel de Teach que poco tiene que envidiara a sus predecesores Al Pacino y Dustin Hoffman. Excelente dirección de Jorge Manrique que entiende a la perfección como respira el texto. La escenegrafía, que recuerda a una tienda de antigüedades del Rastro, no tiene desperdicio. Una obra para reconciliarse con el teatro.

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Teatro de la Abadía ( hasta el 20 de marzo).
Dirección: Jorge Manrique
Reparto: Ivan Benet López Bob Marc Rodríguez
Escenografía Lluc Castells con la colaboración de Irene Martínez

miércoles, 16 de marzo de 2011

Teatro por dinero

El fragmentarismo y la simultaneidad son conceptos que capturan al vuelo la esencia de nuestra época. Su representación icónica viene dada por el mando a distancia, según mi padre, el mayor invento del siglo XX. En esta tesitura vibra el Teatro por dinero, una innovadora propuesta teatral que habita en los subterráneos de una antigua carnicería cercana a la plaza de la luna. La idea es la siguiente: cinco obras de menos de 15 minutos representadas simultáneamente con pases cada media hora. Tú eliges cuál y cuándo. Las micro obras operan como engranajes perfectamente engrasados en la que la urgencia se impone desde el primer instante. Los personajes envuelven al público integrándolos en la propia ficción. No hay excusa para los que se quejan de que el teatro es caro (3 eurillos) o para lo que se aburren (no da tiempo).
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Teatro por dinero
Calle Loreto y Chicote, 9
Fechas: Del 2 al 28 de diciembre
Precio: 3 euros por representación

lunes, 14 de marzo de 2011

El Testigo

Si entendemos el teatro como un templo en el que se realiza un ritual, Rafael Álvarez, el Brujo, ejerce de sumo sacerdote. Su control de la declamación, interpretación y ritmo escénico son absolutos. El barroco escenario del Teatro Santa Isabel se repliega ante los quejíos y verónicas escénicas del oficiante. El Brujo transmuta la palabra en emoción que deviene misterio. El testigo es un texto del poeta y flamencólogo Fenando Quiñones. A través de la figura ausente de Miguel Pantalón, un flamenco canalla y vividor, el Brujo construye el arquetipo del pícaro andaluz de los años 40 que desgrana cada instante como si fuera el último. La retahíla de anécdotas de un modo de vida ya extinto asegura la carcajada sin concesiones. Muy recomendable.


jueves, 10 de marzo de 2011

Tórtola, crepúsculo y...telón

Tórtola, crepúsculo y…telón es un texto heterodoxo. Se inscribe en el postismo, movimiento de vanguardia ibérico, epígono del surrealismo francés. Su rareza no merma un ápice la capacidad que tiene de entretener y de hacer brotar la risa. Francisco Nieva (1924), autor y director de la pieza, nos presenta un meta texto que reflexiona acerca de la propia naturaleza del teatro: una compañía de actores es secuestrada en el propio teatro en el que tienen que actuar a causa de la cuarentena. En los palcos habitan unos curiosos personajes que pululan de manera fantasmagórica entre bambalinas. Durante la obra fluye subterráneamente la eterna pugna entre el arte nuevo y la tradición. El crepúsculo es el estadio de combustión en el que lo nuevo deviene viejo, el fin que anuncia el principio. Es un texto declaradamente surrealista en el que reina la lógica del sueño, en el que todo puede ser mentira y todo puede ser verdad.

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Centro Dramático Nacional
hasta 20 de junio de 2010

miércoles, 9 de marzo de 2011

Las rosas de papel. Una conversación con Jaime Gil de Biedma

Artefacto lírico de gran calado y envergadura. Obra hilvanada a partir de textos y poemas de Jaime Gil de Biedma junto a la sugestiva voz y guitarra de Silvia Comes. El texto es un soliloquio en el que, desde la atalaya del recuerdo, el poeta reflexiona acerca sus obsesiones: la gangrena del tiempo, la exaltación de la amistad, la fallida voluntad de transcendencia o la perenne sombra de las Parcas. Es una oportunidad única para escuchar a viva voz la declamación de los textos del poeta. Sólo así puede el verso desplegar plenamente sus alas. El actor Pep Munné lleva a cabo una estremecedora recreación de Biedma. En un momento de la obra, cuando recordaba aquello de que la vida va en serio uno lo empieza a comprender más tarde, a Munné le brotaron lágrimas de los ojos y una señora del público lloró junto a él por las hostias que no le había dado la vida.

martes, 8 de marzo de 2011

El Balcón

Si existe un objeto que representa al siglo XX este es el espejo que se contempla a sí mismo: un espejo frente a otro que erige una realidad inasible e infinita en un espacio finito. Borges construyó su poética a la sombra de un bosque de espejos, Jean Genet (1910-1986) a la de un barrizal. El Balcón (1956) es una obra articulada a través de un juego de espejos cuyo reflejo salpica al propio público. Los clientes que asisten al prostíbulo representan sus fantasías delante de un espejo, mientras que Madame Irma los espía junto a sus invitados a través del falso espejo. A su vez nosotros ejercemos de privilegiados fisgones viendo las dos caras del espejo, mientras los actores reflejan nuestras propias miserias. Es una oportunidad única para desatar al voyeur que todos llevamos dentro. El triunfo de Narciso. No apto para espíritus minimalistas y corazones Zen.

Casa de muñecas

La escena alternativa madrileña está en plena efervescencia. La acechante honda de David planea sobre el patio de butacas de los grandes teatros. La ecuación es simple: calidad y honestidad a precios muy razonables. Un buen ejemplo de ello es el Teatro Karpas que hace suya aquella frase del pintor malagueño que decía: “para poder  transgredir debe uno antes conocer la tradición”. La casa de muñecas (1879), del noruego Henrik Ibsen, es una construcción de ingeniería dramática sin fisuras. Lleva a cabo uno de los primeros esbozos de la mujer actual, aquella que está dispuesta a  abandonarlo todo en aras de alcanzar su realización personal y su libertad. Fue un verdadero escándalo en la época. Los ecos del último portazo de Nora todavía resuenan en los tímpanos de los maridos despechados. El texto tiene la grandeza de iniciar junto a obras como Madame Bovary o Las flores del mal una época: la modernidad.

La última cinta de Krapp

La obra se inicia con el silencio más estentóreo que recuerdo sobre un escenario. Son 15 lapidarios minutos que rebosan desamparo, en los que lo único que escuchamos es al viejo huraño Krapp deambulando por su habitación engullendo un plátano. El hedor a sordidez impregna el alma. En un acto de justicia poética el Teatro de la Puerta Estrecha apuesta valientemente por Beckett, el domador de sombras, el arquitecto del silencio. Uno de los más grandes dramaturgos del siglo XX. La última cinta de Krapp es un texto complejo y evocador a pesar de su aparente simplicidad: un hombre solitario dialoga con su pasado a través de grabaciones que él mismo realizó treinta años atrás. La austera puesta en escena, junto con los juegos de luces y sombras, construyen una acertada atmósfera tenebrista. Soberbia la actuación de Rodolfo Cortizo, que solventa exitosamente una interpretación difícil y llena de matices. No dejen pasar la oportunidad de verla.

Urtain

Urtain, el boxeador español que mayor gloria ha cosechado. Muñeco roto devorado por sus propios monstruos. Acostumbraba a decir “conmigo no puede nadie, con Urtain solamente puede Urtain”. A los 49 años se suicidaba saltando desde un décimo piso. Este Ícaro contemporáneo, al igual que su también mitológico predecesor, cometió la mayor falta permitida a un griego, el exceso de  hibris, entendida como una desmesura o exagerada confianza en uno mismo que debe ser castigada.
La compañía madrileña Animalario continúa investigando con la sintaxis teatral ofreciendo un espectáculo fresco e inusual en el que la cuarta pared se rompe diluyendo la frontera entre espectador y actor. El texto de un lúcido Juan Cavestany muestra la ascensión y caída del mito con un telón de fondo que oscila desde  los tonos grisáceos franquistas al tecnicolor de la democracia. La obra viene precedida por 12 nominaciones a los premios Max. Ineludible.

Utopía Leo Bassi

Leo Bassi es un bufón que  se ha desprendido de sus siete máscaras para encontrarse con el rostro  del loco. Es allá, en su locura, donde alcanza su libertad y su lucidez. Concibe el acto teatral como un ritual pagano: el teatro se transforma en un templo, y el escenario en un altar en el que ejerce de chamán en busca de la catarsis más codiciada, la carcajada.
Utopía es una obra profunda y evocadora en la que cohabita en dionisíaca armonía la poesía y el escarnio, la especulación filosófica y el jolgorio castizo. Con grandes dosis de humor reflexiona acerca de temas tan serios como la caída del capitalismo, el fracaso de la utopía del socialismo o la relatividad del tiempo.
Tenemos en Madrid a uno de los más grandes bufones del siglo XX entroncado en una tradición circense que se remonta a tiempos de Garibaldi. Pasen y vean…

Aburrimiento Chair

Aburrimiento Chair es una tragedia griega travestida de comedia. Presenta la caída del mito azuzado por sus dudas existenciales. El héroe se reencarna en una auxiliar administrativa, heroína contemporánea por excelencia. El coro se transforma en una histriónica mentalista. Se sustituyen los cantos ditirámbicos por el Yo soy aquel de Raphael (bravo!). La katharsis se consuma ceremonialmente: La piedad y el temor queda redimida a través de la heroína, trasunto de nuestra sociedad empachada de materia inerte. Se me acaban los caracteres para seguir divagando. Vayan a verla, si la obra no les gusta me comprometo a devolverles el importe de la entrada. A pesar de su vocación clásica es una obra rabiosamente moderna que reflexiona metateatralmente acerca del rol del espectador. Soberbio el texto del emergente autor y director Juan Gómez , que si continúa en esta línea dará mucho de qué hablar. No puedo acabar sin mencionar la inspirada y delirante actuación de Sara Párvole.

Chicago. El musical

Diferentes caras, una misma mirada.
Andy Warhol ya lo vislumbró en los años sesenta sustituyendo el pincel por la fotocopiadora Canon. La técnica permite que la copia sea igual e incluso mejor que el original. Esta capacidad de mímesis es una de los grandes aciertos de Chicago, el musical. Es una franquicia de una producción que lleva 14 años puliéndose con gran éxito en Broadway, una de las plazas más difíciles y exigentes. Y si hay un género teatral que los norteamericanos saben cultivar y exportar es el musical. La dirección y la escenografía vienen auspiciadas por la rúbrica de Bob Fosse, el que fuera guionista y director del musical original, estrenado en el año 1975, y artífice de la mítica película Cabaret.
Este acto de flagrante mímesis no merma un ápice el brillante espectáculo musical que ofrece el Arriaga. La acción no cesa a lo largo de las dos horas que dura el espectáculo gracias a un vigoroso y entregado elenco de bailarines, que desde los primeros compases se apropia de la totalidad del escenario. El barroco teatro bilbaíno resulta un marco idóneo para la atmósfera que recrea el musical.
La sobriedad del escenario y del vestuario están legítimamente subordinadas al protagonismo indiscutible de las coreografías y los temas musicales. La orquesta, compuesta por 14 músicos, opera como otro personaje dramático más. Mantiene permanentemente el brío musical, y transmite al espectador el espíritu festivo y desenfandado de los locos años veinte.
La trama del montaje continua estando de actualidad: Chicago, una ciudad sin ley en la que impera la concupiscencia y donde el camino más corto entre dos puntos no es siempre la línea recta; donde sus protagonistas están dispuestas a cualquier cosa con tal de alcanzar la fama y éxito. 
María Blanco, actriz experimentada en el género musical, firma una gran actuación en su papel de la aparentemente inocente Roxie Hart. Como todo buen actor de musical, muestra una gran versatilidad y rebosa energía a lo largo de toda la función. Marta Ribera también aprueba con nota y sorprende al auditorio con una gran capacidad vocal.
No se puede decir lo mismo del mediático Carlos Lozano en su papel del seductor Billy Flynn. Su voz dista mucho de estar a la altura de las circunstancias y su actuación resulta fría y un tanto distante.

Pasión sin puñales

 
Pasión sin Puñales logra hechizar y encandilar al espectador desde sus primeros compases. Ya las acomodadoras, vestidas para la ocasión con medias de rejilla y ligueros al estilo berlinés, son el preludio de lo que va a acontecer. El espectáculo alcanza con nota las aspiraciones de su género: divertir, sorprender y entretener.
A pesar de que el éxito del teatro de variedades radica en la suma de sus partes, algunos números que por sí solos justifican la visita. Y entre ellos, el de Galina Troschenko, campeona europea de pole-dance, que se lanza boca abajo sin ningún tipo de seguridad desde una barra de acero a más de 10 metros de altura; el derviche Lo Ambiguo, quien durante más de 20 minutos no cesa de danzar girando sobre sí mismo en trance sufí; la surrealista cantante de rancheras mexicana Astrid Hadad o el elegante erotismo de la bailarina de burlesque Catherine d'Lish, que encandiló al auditorio con sus curvas.
Uno de los grandes aciertos del montaje consiste en la inclusión en Bilbao de La Otxoa. El artista transformista encarna la propia naturaleza arrabalera y transgresora de todo buen cabaret. Su sola presencia basta para que el público se desternille de risa. Increpa al auditorio con esa perspicacia y rapidez que solo se adquiere con muchas tablas sobre las espaldas.
Rossy de Palma ejerce como maestra de ceremonías aportando glamour y garbo al espectáculo. Aitor Basauri también está a la altura de las circustancias y encadena con éxito diferentes números cómicos.
Admirable el esfuerzo por transformar un pabellón de baloncesto en un descarado cabaret al que no le faltaba de nada, desde las lámparas de araña a mesitas individuales con luz ténue y decoración sesentera.
La orquesta supone otro elemento básico para el éxito de la velada. Bajo la dirección del colombiano Germán Díaz, Los ocho músicos construyen una atmósfera que aporta dinamismo al cabaret. Otro de los aciertos consiste en la posibilidad de cenar o tomar una copa mientras se disfruta del espectáculo. Solo faltaba el humo.

Una relación pornográfica

Las comparaciones son odiosas. En este caso, inevitables. La adaptación teatral de la celebrada película francesa Una relación pornográfica, dirigida por Philippe Blasband, se presenta como un vástago menor de su versión cinematográfica. A pesar de que carece del dinamismo y la solvencia de su predecesora, la obra entretiene y divierte. En los primeros compases, su director, Manuel González Gil, sorprende al auditorio con un recurso que ofrece grandes posibilidades dramáticas: la acción paralela simultánea. Este juego especular permite al director presentar las dos versiones de una misma realidad que viven los amantes, sugiriendo que quizás no existe una única realidad, sino la suma de sus partes. Tan real como la vida misma. Y es este quizás el mayor acierto de la obra: reflejar la cotidianedad de una pareja.


Sin embargo, la obra no logra penetrar ni en las contradicciones ni en el drama interior que viven los personajes. Se va desinflando tras el umbral de la primera cita y en adelante adolece de cierto estatismo. Existe un primer armazón que seduce y encandila: la fantasía de una mujer madura que desea mantener una relación puramente sexual con un desconocido. Tras la consumación de la primera cita, lo excepcional se transforma en convencional, y la salvaje aventura deviene en romance de pareja convencional sometida a los tópicos y arquetipos universales: planteamiento, nudo y desenlace, que, por cierto, ya conocemos.


La escenografía resulta fría y poco elaborada. Las grandes dimensiones del Teatro Campos Eliseos tampoco ayudan a recrear el clima de intimidad que requiere el idilio. La elección de Juan Ribó es una apuesta a caballo ganador. Le avala una larga y exitosa carrera sobre los escenarios. Con su cavernosa voz y su versatilidad gestual construye un personaje lleno de matices. Pastora Vega lleva a cabo una actuación sobria y correcta. Sin embargo, todavía no ha desplegado totalmente sus alas y no ha volado tan alto como puede.

Forever King of Pop. Michael Jackson.

Dicen que la felicidad es una acumulación de pequeños instantes que permiten alcanzar ese estado emocional que redime una vida. El público que acude al Euskalduna seguro que experimenta algunos de esos instantes de plenitud, a pesar de que el espectáculo flaquea en varios frentes. La función convence y divierte a un público que, dada su confesa devoción por Michael Jackson, está ganado de antemano.
La falta de guión empobrece el montaje. Para subsanarlo, se introducen dos presentadores que interrumpen el ritmo. Además, se ven obligados a declamar unos pobres diálogos en los proponen una pseudofilantropía cósmica de estar por casa.
Las coreografías son simples y recuerdan a os ensayos del popular programa de sobremesa Fama. La escenografía tampoco resulta acertada: si los andamios que flanquean el escenario pretendían evocar una estética industrial, no lo consiguen en absoluto.
Fran Jackson, el doble oficial de Michael Jackson disputa otra liga. Su parecido es asombroso y emula fantásticamente los bailes del Rey del Pop. Su primera irrupción emergiendo desde las entrañas del escenario resulta emocionante. Cuando baila, el espíritu del difunto cantante planea sobre el escenario. Solo se le puede recriminar que no aparezca en más ocasiones. Su despedida del montaje, elevándose sobre el escenario, con reminiscencias cristológicas incluidas, es espectacular.
Mampuele, el actor que interpreta las canciones de Jackson, se enfrentaba a un gran reto vocal. Las comparaciones resultan inevitables, y las cotas a alcanzar, inexpugnables. Aún así, hace un buen trabajo y logra convencer al auditorio.
La gran sorpresa de la obra es la tercera encarnación del Jackson: David García, un niño de apenas siete años que cautiva al público de inmediato con sus grandes dotes para el baile y sus inusitadas tablas.
Mientras se marcaba un moonwalk, el escenario principal del Euskalduna se le hace pequeño. Al tiempo, se hace tributario de una de las mayores ovaciónes de la noche.
El reto es complicado y las comparaciones, inevitables. Michael vuele, te echamos de menos.
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